Esta leyenda se originó en el año de 1930 en la antigua carretera Panamericana en Puebla en un sitio conocido como “El Salto del Gato”. Cuenta le leyenda que en ese lugar se aparecía un ser misterioso, las personas que lo llegaron a ver los describían como un hombre con la característica ropa que viste un charro.

Antes de que empezaran los rumores acerca de este paranormal ser, ocurrieron en diversas ocasiones hechos lamentables en la carretera Panamericana, pues en esta había una gran cantidad de precipicios, si alguien llegaba a caer literalmente caía en un abismo.


En una ocasión donde ocurrió un accidente, las personas que sobrevivieron hablaron de algo muy extraño que les había sucedido, dicen que sobre la carretera al llegar a una de las curvas lograron ver a un charro que tenía una parte del rostro cubierto, comentan que el charro le hizo la parada al autobús donde viajaban, el transporte se detuvo, le abrió las puertas al hombre y dicen que una vez arriba le ofreció un fajo grande de billetes al chofer a cambio de la vida de los pasajeros, si aceptaba el chofer tendría que seguir derecho y acelerar hasta salir volando por el precipicio y él tendría que saltar antes de que cayera en el abismo y así él se salvaría y terminaría con la vida de las demás personas.

Dicen que algunos choferes aceptaron la oferta del charro y ganaron una gran cantidad de dinero, otros aceptaron el dinero pero no se atrevieron a realizar tan horrible acto, aquellos que no cumplían con su palabra eran encontrados muertos días después sin ninguna marca de tortura junto con el fajo de billetes.

Los rumores se empezaron a esparcir entre la comunidad tanto de pobladores como de choferes, los conductores de autobuses preferían ya no pararse en las noches por miedo a encontrarse con el fantasma del charro en las curvas, sin embargo, el charro seguía apareciéndosele a los choferes, pero ahora ya no les hacia la parada, simplemente aparecía dentro del camión justo a lado del conductor, lo que en ocasiones llego a generar terribles accidentes provocados por el susto que les daba a los choferes, con aquellos más valientes que lograban contenerse ante sus apariciones seguía con el pacto de cambiar el fajo de billetes a cambio de la vida de los pasajeros.


Para ese entonces ya todos conocían al charro y sobre todo temían de encontrárselo, inclusive hubo una vez en la que el sacerdote de la iglesia fue a la carretera para encontrarse con el charro, el sacerdote esparció agua bendita en el lugar y se encargó de colocar cruces por todo el tramo de la carretera, al poco tiempo el charro se manifestó en el lugar atacando al padre a latigazos, por suerte el sacerdote aun tenia agua bendita y se la arrojo al charro, de no haberlo no se hubiera salvado, el charro empezó a desfallecer mientras cambiaba de forma, se transformó en una espantosa bestia, dicen que se cayó por el barranco y que regreso al infierno.

Al día de hoy los lugareños al transitar por la noche en “El Salto del Gato” dicen que si pones atención se pueden escuchar los lamentos de las personas que murieron en el lugar, y algunos dicen que cuando hay luna llena aún se sigue apareciendo el charro en las curvas de la carretera.